Por Angelina Llongueras
Siempre ha existido una complicidad explícita entre música y poesía: dos artes que tanto tienen en común.
Sólo hay que remontarse a los orígenes de ambas para ver que nacen una de la otra. Si pensamos en los orígenes occidentales clásicos inmediatamente vamos a parar a los rapsodas, quienes cantaban o recitaban leyendas que se transmitían de generación en generación, y a los trobadores y juglares después, que nos dejaron tantas baladas. Los recitados de las antiguas epopeyas a menudo se acompañaban del ritmo de los golpes de un bastón.
Muchas veces son los músicos quienes adaptan poemas para cantarlos. En lengua castellana los primeros ejemplos que me vienen a la mente son los poemas de Machado, o de Hernández musicados por Joan Manuel Serrat que, literalmente, sirvieron para que las personas «normales y corrientes», que no acostumbran a comprar volúmenes de poesía, conocieran masivamente a dos poetas silenciados por la dictadura franquista:
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Miguel Hernández – Nanas de la cebolla
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Machado- Españolito que vienes…
Hay también cantores poetas, como Violeta Parra, la chilena, que creaba pura poesía con canciones como «Gracias a la Vida» y Mercedes Sosa, la argentina, inspirada por la poesía y la vida de una poeta como Alfonsina Storni y por tantos otros poetas de todo el continente. Este es un camino adoptado por muchísimos músicos y cantores de toda la América Latina.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Alfonsina Storni – Frente al Mar
Sólo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente
León Gieco
En mi propia lengua, y buscando entre los músicos que han bebido de las fuentes de la poesía clásica, un cantor como Raimon interpretó musicalmente a otro grande de la literatura medieval catalana: Ausias March, que escribió textos en el siglo XIV como «Veles e Vents», y que en boca de Raimón nos remiten a un mundo ancestral cuyas sonoridades y sintaxis tienen la virtud de devolvernos el ser colectivo en las raíces de una cultura ignorada:
Amor de vós jo en sent més que no en sé,
de què la part pitjor me’n romandrà;
e de vós sap lo qui sens vós està.
A joc de daus vos acompararé….
Ausias March Veles e Vents
Esta mezcla de los dos artes en espacios de convivialidad tiene una raiz muy popular: ahí viajo a países como Irlanda, donde los limericks son composiciones que la gente va tomando uno del otro, poemas de humor de cinco líneas, que saben a Guinness y a los encuentros públicos en que la creatividad se adueña del tiempo y la gente busca en lo que recibe del compañero un medio para seguir avanzando en el mundo de la fantasía, la imaginación y los deseos, una inmersón en el tiempo sin horas ni minutos sino en un libre existir sencillo e improvisado que nos devuelve a la consciencia de que estamos vivos y a la presencia lúdica de la fiesta, la armonía y la creación de lazos :
Poor Charlie came home from school in tears
He’d been teased about his huge jug ears
His mum gave him a big kiss
Said I wont tolerate this
For the teasing had gone on for years
Jan Alison
Algo parecido son los albures mexicanos, tambien de raigambre popular. Se comenta que nacieron en tiempos de la colonia para que la represión de la iglesia no pudiera acallar las expresiones de sexualidad. Siguen siendo muy utilizados en México hoy en día.
Y, claro está, ahora mismo, en Chicago, esta complicidad entre poetas y músicos sigue existiendo. Hace pocos días me emocionó que un músico australiano me pidiera mi poema «Aylan lies face down», sobre un niñito sirio ahogado en el Mediterráneo, con la intención de musicarlo…»pero si no siempre rima». dije yo…»aaah, pero tiene repeticiones, esa música sutil y envolvente que hipnotiza », contestó el músico…
Aylan lies on the ground
face down,
the sea
has delicately poised him
on the beach,
right where the sand
and the water meet,
only a bucket missing
at his feet…
Angelina Llongueras – Aylan lies face down
Y en el mundo literario hispano de Chicago, he podido ser testigo recientemente de una gran confluencia poético musical entre dos buenos amigos y excelentes artistas: el poeta boliviano Miguel Marzana y el músico mexicano Tonathiu de la Cruz, que montan espectáculos en cafés como la Katrina, en emisoras de radio y en todo espacio que se preste, apoyando el uno el trabajo del otro. Hasta el presente es una colaboración que se basa en acompañamiento y sonorizaciones, parecida a la que existía entre Daniel Viglietti y Mario Benedetti.
Como artistas o «bohemios» latinoamericanos que son y como les gusta llamarse, tienen en común un estilo de vida en que se da la búsqueda incesante de espacios donde poder visibilizar y dar a conocer su trabajo, y en este sentido su colaboración abre puertas, porque, como dice Tonathiu «cuando tú presentas un trabajo bien hecho, gracias a las emisoras locales y al medio de la internet, la gente que organiza eventos poético-musicales sabe donde encontrarte».
Al hablar con ellos quise enfocarme en el arte que le resulta más desconocido a cada uno, en el caso de Miguel, la música, dado que es el poeta, y en el caso de Tonathiu la poesía. ¿Qué es lo que le motiva a uno del arte del otro?
Miguel me dice que a él lo que lo motiva, más que la música en sí, es la sensiblidad de un músico en concreto, en este caso Tonathiu, con quien siente que hay chispa. La música le parece más directa que la poesía a la hora de despertar la vibración emocional de la persona. Empodera a la palabra. A la vez él busca provocar con su palabra el primer rasgueo de la guitarra o del instrumento con que se acompañe. En un poema hay repeticiones, como en la música, y escalas en ascenso. A la vez el poeta busca que el oyente encuentre lo que está detrás de las palabras, más allá de las palabras.
Vendrán pronto contra mi
¡Vendrán!
el mal viaje
el saqueo del jardín
la persecución que hay en ti
y en mí.
Miguel Marzana – Niños de los Andes
Tonathiu me comenta que él pasa el día con palabras en la cabeza, y anda siempre con una libretita y toma notas aunque sea en el autobús, y no sólo le interesan sus propias palabras, sino también y sobre todo las de otra gente. Me habla de la palabra «sentipensante» que oyó por primera vez de Galeano, quien decía habérsela escuchado a campesinos, y como se le ocurrió usarla para una de sus canciones de protesta.
Tanto Miguel como Tonathiu comparten esa urgencia artística de expresar sus verdades, su denuncia, lo que perciben que está en el fondo de la realidad que compartimos como seres humanos.
La vida pende de un bocado
Conserva su dolor a cuestas
El testimonio de todas las espinas nuevas
La apátrida violencia de tu sombra
Trabaja 56 horas a la semana
y huele a grasa de hamburguesas
Fumando besa
lo que no se puede desprender de su papel
Miguel Marzana – Pneuma
Miguel tiene muchos proyectos de seguir colaborado con artistas de otras disciplinas, como las artes visuales , y con músicos como Tonathiu que, aparte de la guitarra, usan instrumentos netamente americanos como la jarana, ls charangas, las flautas, las uñas, el palo de lluvia: instrumentos de cuerda del mestizaje e instrumentos ancestrales de viento de la América que no llevaba aún el nombre de un banquero italiano sinó que era el vasto continente de los observadores de estrellas y los inventores del maíz y las papas que nos alimentan mientras las flautas establecen la unión entre el eje tri-dimensional de los mundos de arriba, del centro y de abajo.
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Angelina Llongueras es actriz, dramaturga, directora escénica, poeta, pedagoga y comunicadora.Fue la actriz protagonista de Metamorfosis de la Fura dels Baus. Su monólogo Phoolan somos todas se vió en la Conferencia Internacional de Mujeres Dramaturgas de Estocolmo, en los Festivales de Teatro de Bogotá y Cali y en la Academia Darpana de Artes Performativas en la India.
En Chicago, Angelina actuó en The Real Life Adventures de Jimmy de las Rosas para el Free Street Theatre, Still Small Voices de Chicago Danz Theatre Ensemble, Shadow Town de Her Story Theatre y 3 Monólogos de Colectivo El Pozo. Dirigió, entre otras, Pedro y el Capitán de Benedetti, Richard II de Shakespeare, Los Físicos de Dürrenmatt y Las Amargas Lágrimas de Petra Von Kant de Fassbinder, además de espectáculos de poesía, pantomima y cuenta cuentos.
Sus obras El Cobert y Lo Mein con Tequila ganaron premios en Barcelona y Nueva York. Su útima obra Tejido sobre Tela de Araña se presentó en el 2do Congreso de Cultura Viva Comunitaria celebrado en El Salvador. Su poema «To my friend Nathan Thornton – In Memoriam» se editó en Berkeley con un prefacio del poeta laureado de San Francisco Jack Hirshmann.